CHILE APLICA LEY DE EMBUDO CON LA INFORMACIÓN

Suma y sigue, perdonará la extensión del párrafo siguiente, que para ejemplo ya está MUY RESUMIDO. Qué más quisiera yo, que la lista de violaciones a la libertad de informar fuera más corta:

Elena Varela, documentalista (7 de mayo de 2008). Confiscado su equipo y sus cintas. Procesada por ley antiterrorista; Marcelo ‘Chino’ Garay, periodista free lance (17 de mayo de 2009). Confiscado su equipo fotográfico y teléfono celular. Procesado por violación a la intimidad y a la propiedad privada; Sebastián Larraín, codirector de El Ciudadano (18 de junio de 2009). Destruida su cámara de video. Encarcelado por más de diez horas sin cargos en su contra; Dos estudiantes de comunicación audiovisual, de la Universidad UNIACC (20 de junio de 2009). Detenidos por más de 12 horas, por no obedecer la orden de carabineros de no informar desde el lugar de los hechos; Ariel Rojas, reportero de El Polémico, de Tocopilla. (21 de junio de 2009). Acusado de ‘atentado en contra de la autoridad’.

Denuncias sobran para una clara política que obstaculiza la labor de los periodistas que no resultan funcionales al orden establecido. Todos los mencionados cubrían hechos de resistencia, por parte de grupos organizados, que reclaman ante la falta de respuesta o, por lo menos, atención seria del Estado para sus demandas.

Todo indica que hay una clara intención de invisibilizar los otros mundos que subsisten en el Chile de hoy. Esos mundos que contrastan con la imagen-ejemplo de democracia que en estos días proyectara la presidenta Bachelet desde la Casa Blanca, atendiendo la solicitud de consejo por parte del mediático Barack Obama para el manejo de la crisis (¡por favor!).

“Está prohibido mirar”, dijo Garay al ser consultado de las razones por las cuales Carabineros lo detuvo en territorio mapuche y pasó su caso al Ministerio Público. Parece que la policía busca generar ambientes de miedo para que los periodistas no hagan el trabajo que les es propio: Investigar antes de informar y buscar los distintos puntos de vista. Eso se refleja en la forma en que son tratados cuando no se limitan a la versión o presión oficial.

En las calles, ante la protesta social, intentan alinear y ubicar el ángulo desde el que se tomen las imágenes o incluso los testimonios durante las manifestaciones de protesta. Y quien no lo haga: “Aténgase a las consecuencias”, parecen decir con la forma en que son reprimidos (caso de los estudiantes UNIACC en el Mapocho, cubriendo el desalojo de los manifestantes de ANDHA).

Del mismo modo, las personas que deciden confiar en algunos de los comunicadores que se asoman a buscar las perspectivas de la realidad más allá del hecho noticioso, también son reprimidas, como lo demuestra el acoso que han denunciado cercanos a Elena Varela y Marcelo Garay. Un allanamiento de una casa campesina por parte de 200 uniformados no sé si pueda ser interpretada de otra forma.

Lo peligroso, lo verdaderamente inconcebible, es que la Institución del Orden y Patria, no tiene respuesta ante el abuso de sus oficiales, más allá de la flagrancia cuando son descubiertos por cámaras ocultas. El general Gordon traspasa la responsabilidad al Ministerio Público, ante un requerimiento del Colegio de Periodistas y ellos no dan respuesta ante la solicitud de los periodistas de recuperar sus herramientas de trabajo.

¿Quién responde? Al menos las instituciones del Estado no: ¿Puede ser entendido de otra forma? A mí me parece intervención y una forma de censura. Construcción de una política de exterminio del periodismo serio o reducción a su mínima expresión, renunciando a la burda amenaza, pero sigue siendo burda igual.

Me parece intimidación y política del miedo. La misma de la que tanto reniegan los funcionarios estatales cuando emplazan a la derecha para recordar épocas que no deseamos repetir.

La ley del embudo le llamaba mi abuelito: Ante una legislación débil en defensa de la libertad de expresión y prensa, parece que es la única que se aplica y obviamente la parte angosta la llevan los profesionales de la prensa y la ciudadanía que reclama.

EL DESCARO DE LOS "HONORABLES"

Hoy estoy enojado. La verdad es que es el colmo del descaro. Ni de bromear dan ganascuando uno se entera del grado de desfachatez que alcanzan algunos personajes delCongreso Nacional.

Hay que decir que si bien es cierto que el problema es de muchos, el desconsuelo es denosotros los tontos que seguimos eligiendo a los mismos y las mismas que hacen partede la jugarreta politiquera que se enquistó en nuestra forma de entender la democracia.El mal se extiende por toda nuestra América, y si bien esta institución suele ser una delas que carga con la menor credibilidad, seguimos acudiendo a las urnas a validar a estagente desvergonzada.

En Chile les llaman ‘Honorables’. ¿Se puede entender eso? Resulta que estosfuncionarios públicos, que copan los minutos y centímetros dedicados a la política enlos medios de comunicación; que moralizan, pontifican y descalifican y se autoerigencomo los paladines de la justicia; que apelan a la sensiblería y recurren a las necesidadesde la gente para discursear pidiendo votos, ni siquiera cumplen con asistir a la sala.El miércoles pasado, en el programa Informe Especial, de Televisión Nacional de Chile,demostraron con imágenes indesmentibles, las mañas y malas prácticas de un altísimoporcentaje (la gran mayoría por cierto) de los diputados y diputadas, cuyos abultadossueldos son pagados con el erario público. Los mismos y las mismas que decidennuestras leyes y normatividad interna.

Sólo por citar unos cuántos ejemplos: Se vio cómo llegaban en la mitad de la mañana amarcar su asistencia y en menos de 5 minutos ya salían para tomar sus autos ydevolverse a Santiago. Parlamentarios votando en lugar de sus compañeros ycompañeras de bancada. Interminables conversaciones telefónicas en que nadie sepresta atención durante los debates de leyes trascendentes para el país.Y tres joyas sacadas con pinzas: Uno actualizando su página de Facebook cuando era suturno exponer. Otro al que se mostró dando explicaciones bizantinas cuandoevidenciaron que las supuestas sedes que declara (para las que recibe una asignación dedinero) eran las casas particulares de dos de sus colaboradores. El último, el colmo deldescaro, consultando la página de las carreras de caballo para decidir por qué animalapostaría el fin de semana.

Yo me preguntaba por qué clase de animal votaríamos este fin de año –por aquello deque los seres humanos somos animales políticos, no se vaya a pensar otra cosa-. Y tratéde buscar una página de Internet que me mostrara la calidad y el trabajo de los elegidos.Me fue mal. Lo que hay es una mala propaganda de lo que se “supone” que hacen.Lo que más me preocupa es lo que pasó al día siguiente. El presidente de la Cámara deDiputados pidiendo disculpas: “¡No está mal pedir disculpas cuando uno se equivoca!”,dijo. ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿??????????????? ¡Eso tuvo cobertura y nadie le preguntó sihubiera pedido disculpas si no los hubieran denunciado!

Por otro lado, lo que queda es una sensación de desazón horrorosa. La mayoría de loscomentarios: “Es que al menos deberían asistir”, decía la gente. ¡Increíble! Nosquedamos pidiendo que cumplan con un mínimo: ¡Que al menos vayan y se queden enel trabajo! Como si los más de 7 mil dólares que reciben al mes no fuera suficiente paraal menos comportarse con cierta decencia. Sobre todo cuando el sueldo mínimo acá noalcanza ni a los 300 dólares. Y eso sin contar que el último índice oficial de desempleoes del 9.8%.

Me da mucha impotencia saberme inútil ante esta evidencia de lo que ya todos y todassabíamos. ¡Y todavía me preguntan que por qué les cargo tanta bronca! ¿Qué más sepuede esperar? ¡Es que estos personajes juegan con las ilusiones de la gente! ¿Cuánto yqué más hace falta para que se tomen cartas en el asunto? ¿El Estado no debe hacersecargo de que funcionen los órganos de control y fiscalización?

Si me piden que sea proactivo, y aunque no sea mi función, propondría que los quemenen la hoguera.

Aunque para ser justos, tampoco podemos decir que son todos y todas ¿No? Siemprehay un pequeño grupo: La excepción que confirma la regla.

FUNCIONALES A UN SISTEMA PERVERSO

Apelar a la moral es un terreno escabroso en el Chile de hoy. Hace veinte años, o tal vez más, todavía era posible generar convocatoria alrededor de temas éticos o apelando a la justicia. Actualmente a uno lo miran como un bicho raro cuando se atreve a afirmar que hay cosas que son inaceptables desde esta perspectiva.

¿En qué mundo vives? Se atreven a decir, los que se atreven, porque un gran número sólo lo sugiere. Cosas concretas, macizas, pragmáticas, son las únicas que sirven de argumento ante un mundo cuyo verbo favorito es producir.

El mundo de la productividad y la lógica empresarial domina nuestro entorno de una manera alarmante. “¿No te has dado cuenta que el mundo es como es y no hay nada que hacer?” Ó “Es lo que hay”, me repiten con demasiada frecuencia en el recorrido diario y eso me asusta.

El respeto, el honor, la palabra empeñada, la justicia, la solidaridad, el bien común, son palabras distantes que parecen ajenas y anacrónicas. “Sigues en el pasado. Te quedaste pegado”. ¡Pero si las consecuencias de lo que pasa en Chile las vivimos a diario! ¡Es un tema de hoy!

El exilio de chilenos y chilenas que lucharon contra la dictadura es algo que convive con una sociedad amnésica, casi esquizofrénica en pleno 2009: Por una parte el Estado reconoce que estas personas fueron torturadas para obtener confesiones que se usaron para condenarlas, al punto que se trata de reparar el daño y mensualmente les deposita una cantidad en sus cuentas de banco. Y por otra, se les prohíbe pisar suelo chileno.

La persecución del pueblo mapuche, que es sistemáticamente estigmatizado y perseguido con una ley antiterrorista heredada de esa dictadura de la que reniega el Gobierno. Pero ¡Hay de quién se atreva a cuestionar la represión del Estado! Se le encarcela o se le persigue por “peligroso o peligrosa”. Hace dos semanas que le quitaron su equipo fotográfico al periodista Marcelo ‘Chino’ Garay, por ir a investigar en terreno –lo mínimo que se puede pedir a un periodista-, y los Carabineros en la impunidad: El procesado es él.

Una ley de Amnistía pesa sobre nuestra institucionalidad y caminan por la calle los uniformados que hicieron ‘samba y canuta’, mientras los ojos de la ONU nos observa y nos “sugiere” que esas cosas no se hacen. Pero lógico, ellos no vivieron lo que nosotros en dictadura y no saben que en Chile tenemos que tratar con cuidado a nuestros militares.

Y hablando de ellos, sin ir más lejos, las cantidades exorbitantes de dinero que se gastan en armamento, para defendernos de otro enemigo invisible que nos pueda llegar a amenazar, mientras se mantiene durante más de un mes a los profesores de la educación pública en paro por una demanda de un dinero que se les adeuda desde el año 2007: ¡Y los revoltosos son ellos!

Se negocia con la minera Barrick Gold entregar los glaciares de Pascua Lama, en Huasco Alto, a cambio de un porcentaje del oro que extraigan. Una aberración ambiental impresentable. Y a eso le llamamos progreso, al fin y al cabo esta empresa producirá lo que nosotros no podemos, para seguir ensanchando nuestras arcas y estar preparados para otros futuros tiempos de crisis.

El desempleo llega al 9,8% y la ministra Claudia Serrano pide que los jóvenes no presionen el mercado laboral y se queden en casa. Imagino que para que las cifras no sigan aumentando.

Los diputados son descubiertos en prácticas vergonzosas en un reportaje de Televisión Nacional que, aunque desbalanceado, denuncia que muchos ‘honorables’ ni siquiera cumplen con un mínimo en el ejercicio de sus funciones. Y resulta que se reclama a los periodistas por exacerbar la mala imagen con que ya cuenta esta institución entre la ciudadanía. Pero de ahí no pasa y en un par de semanas ya nadie dirá nada.

Podría hacerse una lista interminable de ejemplos que demuestran que algo, estructuralmente debe ser cambiado, pero los juicios morales son desestimados y resultan estériles o al menos insuficientes para tomar cartas en el asunto.

Parece que la democracia nos durmió como a la bella del bosque. Descansamos peligrosamente frente a la pantalla a la vuelta de una jornada ‘productiva’ -¿Para quién?, me pregunto-, y esperamos que aquellas personas a las que respaldamos con un voto resuelvan las cosas que nos preocupan: El asunto es determinar qué es lo que nos preocupa realmente.

Nos volvemos funcionales a un sistema perverso, que acentúa las diferencias y perpetúa la abulia colectiva y por tanto la momificación del poder. Eso nos vuelve por lo menos cómplices, si no hacemos nada por cambiarlo o denunciarlo. Pero obvio, para eso primero hay que salir de la modorra y desearlo.